La sonrisa tras la lucha es de las emociones más hermosas que alguien puede experimentar y esto es algo que las protagonistas del documental comparten con el espectador. No se trata de una mirada amable, sino realista, cada persona que ha accedido a participar en este trabajo tiene en cada mano el lado amargo y dulce que le ha tocado vivir.
Hay a quien le resulta difícil aceptar un regalo cinematográfico que contiene una sonrisa a la vida sin más, pero no le demos más vueltas, no hay truco, no nos quieren vender nada. Las instrucciones son sentarse y disfrutar. Quien quiera realizar una exploración más profunda se encontrará ante el interesante y complicado fondo de la identidad. La pérdida, el mantenimiento o la búsqueda de una identidad forjada en un lugar desconocido es tema de base literaria que prolifera en estos últimos tiempos (Blue eye, de Tony Morrison) y ahora llega en forma de película.
Teniendo en cuenta que esta es sólo la base de su próximo largo y recordando también la premiadísima Yoyes, sólo nos queda esperar impacientes la llegada de La flor de la canela.